La historia de los gallos en Valledupar, es una tradición que
por muchas décadas ha venido dándose en esta región, pasando de
generación en generación y hoy en día todavía se mantiene vigente.
Ese es el testimonio que brindan algunos de los que siempre han
estado vinculados a la tradición gallística, cuyos ancestros vivieron
intensamente las emociones que se desprenden del duelo entre dos
valientes animales, esos que nacieron con una característica especial
que les dio la naturaleza: decisión y coraje para pelear hasta
vencer o ser vencido, son ellos los gallos.
“Los gallos son folclor y son una diversión que sale costosa,
pero por encima del dinero está el interés que despierta esta
actividad, eso es algo que nace con uno.
El que piense que pelear gallo podría ser un buen negocio está
equivocado”, es el pensamiento de Don Celso Castro Castro, “Checho”
como lo llaman todos, es uno de los galleros tradicionales y reconocidos
en la región.
Las riñas gallística son un elemento representativo de la cultura
regional, porque con esta tradición se identifican pobla-ciones
no solo del Cesar, sino también del Cesar, Guajira, Magdalena,
Atlántico, entre otros departamentos, cuyos representantes año
tras año vienen a Valledupar en el marco del Festival de la Leyenda
Vallenata.
Para don “Checho” Castro, la afición por los gallos no ha decrecido
en Valledupar, sino que sucede todo lo contrario, “ha aumentado
tanto que aquí comenzaron a aparecer varias galleras populares”,
pero por problemas de inseguridad, en los últimos tiempo paulatinamente
han dejado de funcionar, concentrándose ahora las riñas en el
Club Gallístico Miguel Yaneth
PRIMERAS GALLERAS EN VALLEDUPAR
Relata Don “Checho” Castro que una de las primera galleras que
apareció en el Valledupar que se conoce hoy en día, fue la de
Carlos Arango, ubicada por un sector de la carrera sexta, era
una gallera-bar. Luego se dieron otras como la de Rafael Maestre
Acosta, que funcionaba en la carrera 12 entre calles 17 y 18.
Para esa misma época aparecieron otras galleras como las de Miguel
Yaneth, en la carrera 10 con calles 14 y 15; igualmente existió
la gallera que funcionó en la carrera séptima en la residencia
de Don Joaquín Campo Maya, hoy conocida como “La Casa de Siempre”,
Don Joaquín Campo, en similar grado de importancia es considerado
por todos como otro de los galleros de tradición en Valledupar.
Algo que recuerda con mucho énfasis Don “Checho” Castro, es la
estricta vigilancia que ejercía la Policía Nacional, para no permitir
la entrada a ala gallera de los menores edad, por lo que le tocaba
vivir su afición desde las afueras de los esce-narios gallísticos.
CUERDAS ANTIGUAS
De Acuerdo con el criterio de los galleros “Checho” Castro, Darío
Pavajeau, Alvaro Orozco, entre otros, las primeras cuerdas gallística
que surgieron en la región y que luego se reagruparon en Valledupar,
se presentaron en las poblaciones de Patillal, San Juan del Cesar
y Villanueva, a partir de las cuales la afición por los gallos
se expandió por muchos pueblos de distintos departamentos coste-ños.
Fue así como de Patillal se vino a Valledupar Don Lino Yaneth,
padre de Miguel Yaneth, en cuyo honor fue bautizado con ese nombre
el Club Gallístico más grande de Valledupar y la región.
LOS PRIMEROS GALLEROS
Son muchos los galleros que antiguamente surgieron en la región,
entre algunos de los que aún se recuerdan están, Víctor Dangond
Celedeón, Enrique Orozco, Miguel Yaneth, Lucas Mosalvo, Tirzo
Maya, Roberto Pavajeau Monsalvo, Pedro Monsalvo Araújo, Juan Castro
Monsalvo, Santander Araújo, Celso Castro Baute, José María Castro
Palmera y Damaso Villazón, entre otros considerados con igual
importancia por parte de los conocedores de la materia. Entre
estos antiguos galleros es muy recordado Don Víctor Dangond Celedón,
quien murió a los 105 años, pero era tanta su afición por los
gallos que hasta los 103 años de su vida estuvo al frente de las
riñas, por lo que fue homenajeado especialmente por todos los
galleros de renombre de la zona, en un acto que tuvo mucha trascendencia,
al decir de los que vivieron esos momentos.
OTROS GALLEROS TRADICIONALES
Grandes galleros y criadores de Valledupar: Francisco Valle, Carlos
Alberto “EL nene” Daza Jiménez, José María Castro, Dolores Ibarra,
Alvaro Soto Fuentes, Alvaro Orozco Martínez, Jesus Bonet, Emilio
Vence, Salomon y Federico Saad, “Tico” Aroca, “El negro” y “Pellito
Daza, Miroché Molina, Jesús Giraldo, Héctor Ibarra, Diomedes Daza,
Carlos Liñán, Miguel Mora, Julio y Víctor Morón, el profesor Corzo,
“Chema” Castro Palmera, Jaime Celedón, Carlos Eduardo Anaya, Jaime
y Santiago Rojas, el abogado Maziri, “Toño” Rodríguez, Leonel
Aroca y muchos más
HOY EXISTEN MÁS DE 4 MIL GALLOS EN VALLEDUPAR
Dicen los galleros que en los actuales momentos en Valledupar
existen alrededor de cuatro mil gallos, en el solo casco urbano
de la ciudad, pertenecientes al alta número de cuerdas gallísticas
que tiene la capitaql cesarense. Entre las cuerdas gallísticas
que más se destacan en la actualidad, se encuentran, la de Alvarito
Orozco, considerada la más fuerte de los últimos tiempos; la de
Darío Pavajeau Molina, Celso “Checho” Castro, Orlando Navarro,
Aloberto “Tico” Aroca, Hermanos Gómez, Alvaro Soto, Raúl Quintero,
“Pellito” Daza, entre otros.
En total son 30 cuerdas gallísticas la existentes en Valledupar
y cada una en promedio tiene 150 gallos, sin mencionar las familias
pequeñas que siguen esta afición y que en esporádicas ocasiones
llevan sus mejores expo-nentes a las galleras.
SITUACIÓN ACTUAL DE LA AFICIÓN GALLÍSTICA
Cuando en Valledupar se respiraba ambiente de tranquilidad, la
afición por los gallos logró trascender de manera considerable
a todos los estratos sociales, por lo que en cualquier sector
de la ciudad era común ver escenarios improvisados para riñas
gallísticas. De esta manera, la afición creció a nivel de zonas
de bajos estratos sociales de la ciudad y la actividad gallística
en los sectores populares logró unos niveles aceptables de su
organización como tal, surgiendo así galleras en algunos barrios
y sitios populosos. Surgió entonces la gallera del Mercado Nuevo
y otras en barrios como el San Joaquín, La Victoria y el Divino
Niño, pero ya no se encuentran funcionando, debido a diversos
factores, entre ellos la situación de violencia y los problemas
de inseguridad, reinantes en la región, además de la crisis económica,
dado que el sostenimiento y la puesta en práctica de la actividad
gallística requiere de significativos costos económicos. Es así
como últimamente la actividad de los gallos se ha venido concentrando
únicamente en el Club Gallístico Miguel Yaneth, donde frecuentemente
hay riñas de gallos.
EL MIGUEL YANETH, EL MEJOR CLUB DE AMÉRICA
Llenos de mucho orgullo, los galleros de Valledupar afirman tanto
sus cuerdas como el Club Gallístico Miguel Yaneth, son los mejores
de Suramérica. Entre las virtudes que dicen tener, destacan el
hecho de haber mejorado la calidad de sus gallos en un ciento
por ciento, puesto que se han preocupado por ir purificando la
casta. En ese sentido han traído gallos padrotes de España y otros
países, con el fin de enrazarlos con los mejores gallos de las
cuerdas locales, lo cual ha hecho que aquí en Valledupar salgan
los mejores ejemplares gallísticos de toda Suramérica.
El Club Gallístico Miguel Yaneth está compuesto por 20 socios,
donde por lo general cada uno tiene una acción, con escasas excepciones
algunos cuentan con dos o tres acciones, tal es el caso de Alvaro
Orozco, quien es uno de los mayores accionistas con tres acciones.
INTERCAMBIO A TODOS LOS NIVELES
La actividad gallística es un elemento fundamental para la in-tegración
de pueblos, departamentos y países. Ese factor se presenta en
un alto grado en Valledupar, donde pe-riódicamente se realizan
riñas a todos los niveles, especialmente en el marco del Festival
de la Leyenda Vallenata, evento que es aprovechado para desarrollar
encuentros del orden internacional. En el ámbito regional todos
los años vienen cuerdas gallísticas de Pivijay, Fundación, Corozal,
El Difícil, poblaciones éstas de departamentos costeños. Igualmente
vienen de ciudades capitales como Riohacha, Sincelejo, Santa Marta,
Cartagena, Barranquilla, Montería, entre otras; incluidas también
ciudades del interior del país como Bogotá, Cali, entre otras
con cierta tradición gallística. En el orden internacional se
desarrollan riñas con países como España, República Dominicana,
Venezuela, Puerto Rico, Panamá, siendo éstos los que hacen presencia
con mayor periodicidad, durante el Festival Vallenato.
LOS GALLOS, UN VEHICULO PARA LA AMISTAD
En esto de la afición por lo gallos, muchas personas logran establecer
amistad con gentes de otras ciudades o países, pero lo más curioso
es que aveces dicha relación amistosa se da por mucho tiempo pero
de manera telefónica, es decir que ni siquiera se conocen de manera
personal. Así lo manifiesta Don “Checho” Castro Castro, cuando
contó que con muchas personas ha hecho amistad a través de la
afición de los gallos, solo hablando vía telefónica, “inclusive
yo tuve un amigo por teléfono como por espacio de un año, y recuerdo
que una vez le regalé un gallo muy bueno que yo tenía y se lo
envié por la simple amistad que teníamos por teléfonos, solo después
fue cuando nos ve-nimos a ver cara a cara”, cuenta Celso Castro.
Para los galleros todos los aficionados a esta actividad, hacen
parte de una hermandad, así lo miran ellos, porque además de las
emociones que les producen las riñas de los gallos, una de los
atractivos que los atrae de esta afición es el hacer amigos, el
compartir con gente de todas partes, ya sea de la misma región,
del país o del exterior.
ANTE TODO, PALABRA DE GALLERO
La cultura de los gallos por muchos tiempos ha venido conservando
algunos aspectos que son sagrados para todo gallero, tal vez el
más trascendental es la palabra empeñada cuando de apostar se
trata. “PALABRA DE GALLERO”, esta expresión tiene un significado
especial para los aficionados a los gallos, y se refiere exactamente
a la seriedad que debe tener todo apostador al momento de comprometer
su palabra durante una riña gallística, dado que las apuestas
sobre este particular son pactadas mediante contratos verbales
y una vez culminado el duelo de los dos guerreros animales, el
perdedor tendrá que pagar de inmediato el valor apostado.
El que incumpla la promesa de apuesta será “descomulgado” de actividad
gallística, “los galleros nos caracterizamos por ser gente seria,
por eso una persona que no pague la apuesta acordada previamente,
será declarada como un ser despreciable, como una persona no grata
en todas las galleras, todo el mundo mirará a ese individuo como
un pobre diablo y nadie más volverá apostar con un jugador de
esas características, es por eso que se dice PALABRA DE GALLERO,
porque el que no la tenga no puede ser gallero”, explica Darío
Pavajeau Molina, gallero por tradición en Valledupar.
GALLOS QUE TUVIERON RENOMBRE
En la historia de la actividad gallística, existen muchos gallos
que tuvieron renombre a nivel nacional, otros lograron su fama
hasta otros países, entre ellos, los galleros recuerdan muchos,
pero tal vez el que tuvo mayor trascendencia fue uno conocido
como “La Mecedora”. “La Mecedora” era un gallo de padres españoles,
el cual tenía una característica especial: peleaba como si estuviera
bailando, se mantuvo invicto por mucho tiempo, hasta que un día
se encontró otro con mayores destrezas que lo logró vencer. El
gallo que logró vencer a “La Mecedora” tenía como nombre “La Amistad”
de las cuerdas de Sincelejo. Entre los nombres de gallos famosos
se encuentran, “Rey de Reyes”, de propiedad de Darío Pavajeau;
“El Guereguere” de Enrique Orozco; “La Venenosa”, de Miguel Yaneth;
“El Maracanaso”, también de Miguel Yaneth; “El Tuntuneco” de “Cabiche”
Aponte; “El Paro” de Manuel Moscote; “El Primonando”, de Manuel
Gutiérrez Acosta; “El Pajaro Loco”, de “Checho” Castro; y “La
Biblia”, del Turco Yalil, entre otros.
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